En los próximos años, España vivirá uno de los saltos más importantes en su historia energética. La electricidad procedente de fuentes limpias, que en 2020 suponía algo menos de la mitad del total, deberá escalar hasta casi tres cuartas partes antes de que termine esta década. Para lograrlo, se estima que será necesario incorporar a la red unos 5.400 megavatios cada año, una cifra muy ambiciosa que sólo se alcanzará combinando proyectos de todo tipo.

Sólo un despliegue equilibrado permitirá cumplir los objetivos de 2030 en renovables.
Esta transformación implica mucho más que cambiar de fuente de energía; supone redibujar la manera en que la sociedad produce, consume y entiende la electricidad. La clave estará en sumar pequeñas instalaciones cerca de las viviendas o industrias y grandes plantas que permitan abaratar costes y asegurar un suministro estable.