La España vaciada está reescribiendo su futuro bajo la nueva luz que emana de las renovables. La electricidad que generan nuestros parques eólicos y fotovoltaicos (también las centrales hidroeléctricas) es limpia, por tanto esencial para el proceso de descarbonización en el que están inmersos todos los sectores económicos y para reducir la huella de carbono de muchas compañías que tienen unos compromisos de emisiones que cumplir. Además esa energía verde aporta competitividad a las empresas, porque reduce costes al estabilizar los precios energéticos y resulta mucho más barata de la que se puede encontrar en el resto de países europeos. No es de extrañar que estos atractivos estén iluminando la aparición de nuevos proyectos industriales en los territorios más despoblados del país de la mano de multinacionales. Se empieza a dibujar así un nuevo mapa en el que la industria se podría desplazar desde los polos tradicionales, y hoy saturados, como el País Vasco, Valencia, Barcelona y Madrid hacia otras regiones rurales como Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón y Andalucía, donde las renovables campan a sus anchas.
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Las renovables iluminan un nuevo futuro para la España vaciada.
De hecho, ahí están algunos ejemplos. Líderes tecnológicos han puesto los ojos en estos territorios. Amazon y Microsoft han elegido Aragón para sus centros de datos y Meta en Talavera de la Reina (Toledo). La china Endivision quiere instalar una fábrica de baterías en Navalmoral de la Mata (Cáceres). Y la americana Diamond Foundry ya tiene su factoría de diamantes en Trujillo.