La voz de la naturaleza

Odile Rodríguez de la Fuente es divulgadora científica y medioambiental, y lleva en la sangre el amor a la naturaleza, gracias al entusiasmo y legado de su padre, el prestigioso Félix Rodríguez de la FuenteEntre otros aspectos, ha defendido que para vivir en armonía con la naturaleza, como defendía su padre, debemos «imitar las fórmulas de esa naturaleza porque ésta tiene soluciones y respuestas que sobrepasan nuestra propia imaginación». «Y es que hoy sabemos que la tecnología más avanzada y más barata para mitigar el cambio climático es la naturaleza, así que dejemos que penetre en nuestras ciudades y en nuestras vidas para que nos ayude a sanarnos a nosotros mismos», ha expuesto en su intervención El Hombre y la Tierra, en honor a su padre, en las III Jornadas OKGREEN, celebradas en la Fundación Giner de los Ríos de Madrid.

Hemos perdido alrededor del 60% de especies vertebradas, 50% de invertebrados, 50% de la vida marina.

«Mi padre, ya que le ha puesto en paralelo con Giner de los Ríos, más que un outsider era un insider, ya que era uno de los hombres más conocidos de su tiempo que no utilizó la ciencia o el sentido de pertenencia a la naturaleza para separar. Eso es clave. Si hay algo que es completamente transversal a la vida, con mayúsculas, es que todos compartimos un mismo origen y un mismo destino como especie», ha señalado.

    Incendios, sequía, tala descontrolada, calentamiento global, pérdida de biodiversidad. La lista de problemas y amenazas a las que se enfrenta el planeta es larga y variada. Su impacto aún está por calcular, pero el peligro acecha a más de uno de cada tres árboles que han echado raíces en la Tierra. Al menos 16.425 de las 47.282 especies estudiadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN, por sus siglas en inglés) en su primera Evaluación Global de Árboles están al borde de la extinción.

    La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza advierte del riesgo para los bosques en islas y trópicos.

    Por primera vez en la historia, la UICN incluye en su lista roja a los árboles, una clasificación que incluye también aves, mamíferos, reptiles y anfibios. En total 166.061 especies amenazadas, de las que, con esta última revisión, los árboles son los que más en riesgo de desaparecer se encuentran.

      La mayor catástrofe de la historia reciente de España ha vuelto a poner encima de la mesa algo de lo que llevan mucho tiempo advirtiendo los científicos: el cambio climático incrementa la virulencia de los desastres naturales. En el caso de la DANA que azotó la semana pasada a la Comunidad Valenciana y otras áreas de la península, los expertos coinciden en señalar el incremento en la temperatura del Mediterráneo como uno de los elementos determinantes, ya que, cuanto más cálidas son las aguas en los océanos, mayor cantidad de humedad está a disposición de las tormentas asociadas a este fenómeno meteorológico extremo.

      El foro ‘Agenda 2030: ante la urgencia de acelerar el cambio’ reunió en Barcelona a expertos y representantes de empresas para analizar el calentamiento global.

      Sin embargo, pese a que existe cada vez más consenso en la necesidad de cambiar el sistema para hacerlo más sostenible medioambientalmente, apostando por la economía circular, respetando la biodiversidad y recorriendo la transición energética de una forma justa, sigue siendo esencial que se haga desde la colaboración entre sectores, con compromiso institucional y contando siempre con las empresas y los ciudadanos.

        Los expertos avisan de un colapso de las corrientes atlánticas que llegará de forma casi inmediata. Uno de los elementos que pueden acabar siendo lo que marque una diferencia importante. El futuro parece que está cada vez más negro, es decir, nos enfrentamos a algunas situaciones que pueden ser las que marquen un antes y un después. Tocará estar pendiente de una serie de elementos que pueden acabar con la realidad tal y como la veamos. Por lo que, habrá llegado ese momento de empezar a pensar en un futuro que no parece nada prometedor.

        Los expertos en el clima están totalmente atentos ante lo que parece que acabará siendo una realidad.

        Al contrario de lo que estaríamos esperando, nos enfrentamos a una serie de cambios que pueden ser los que marquen en un antes y un después. La ciencia parece que está dando respuesta a una serie de incógnitas que son cada vez más importantes. Habrá llegado ese momento en el que tenemos que afrontar determinadas situaciones de inestabilidad. El clima parece que está cambiando y lo hace con la mirada puesta a una serie de fenómenos que los expertos se encarguen de determinar. Por lo que ha llegado el momento de que tengamos claro lo que llegará.

          Las plantas suelen verse como elementos del paisaje, prácticamente carentes de actividad. Sin embargo, recientes avances en la neurobiología vegetal están eliminando esta idea. Cada vez más, los árboles se ven como seres vivos complejos que incluso cuentan con un sistema de comunicación entre ellos.

          La naturaleza esconde algunos misterios que nos sorprenden. Una de las grades preguntas es ¿pueden los árboles comunicarse?

          Los árboles son seres vivos altamente sensibles que se comunican entre sí, se mueven a su manera y apoyan a otras especies en su entorno. A pesar de no tener un sistema nervioso como los animales, parecen ser capaces de transmitir órdenes e impresiones, medir su entorno y aprender de sus experiencias.

          La DANA, que ha provocado desde el martes más de 200 personas fallecidas y múltiples destrozos en la Comunidad Valenciana y otras zonas de España, tiene el sello del cambio climático.

          El cambio climático hizo un 12% más intensas y el doble de probables las lluvias de la histórica DANA.

          Así lo refleja un primer análisis de emergencia del World Weather Attribution (WWA), grupo de referencia respaldado por la comunidad científica a nivel mundial a la hora de estudiar la contribución del cambio climático en un evento extremo como la DANA.

          «El otoño llega a la Antártida y con él, nosotros regresamos a casa», anota Asunción de los Ríos, investigadora del Grupo de Ecología Microbiana y Geomicrobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Así cierra su cuaderno de bitácora y así pone broche a sus cuatro semanas en la península de Hurd.

          El retroceso del hielo en el continente helado es alarmante.

          Hasta allí no llegan vuelos regulares, ni tampoco ferrys. De hecho, lo hacen pocos buques y uno de ellos es el Hespérides de las Fuerzas Armadas Españolas. Las coordenadas de los mapas marcan 62°40′33″S 60°21′59″O. Con la llegada del equinoccio de otoño, los días se hacen más cortos en esta zona del planeta. «Es hora de volver a casa y dejar la isla de Livingston y la Base Antártica Española Juan Carlos I, donde tan bien hemos estado y tan científicamente productivo ha sido el último mes», cierra el diario de viaje de de los Ríos.

          La comunidad internacional necesita una respuesta urgente y coordinada ante la creciente inestabilidad del ciclo del agua, que en las próximas décadas causará estragos en el medio ambiente y en la economía mundial. Es la advertencia lanzada por la Comisión Global de la Economía del Agua (GECW), una organización impulsada por el Gobierno de los Países Bajos, que este miércoles publica un informe en el que detalla cómo la tendencia actual en la gestión del agua pone en riesgo la mitad de la producción mundial de alimentos para 2050.

          El informe de la Comisión Global de la Economía del Agua estiman que las sequías y la mala gestión pueden causar una pérdida del 8% del PIB.

          Los expertos de esta organización internacional señalan a las medidas económicas injustas, a la deforestación y a la mala gestión de la tierra y de los recursos hídricos como principales causas, combinadas con la crisis climática. Una situación que ha provocado que el ciclo del agua en todo el mundo se encuentre bajo una presión inédita, con un aumento general de sequías e inundaciones.

          Los estudios de atribución al calentamiento global de fenómenos meteorológicos adversos suponen uno de los grandes avances de los últimos años de la ciencia climática. Las mejoras en la computación permiten realizar potentes simulaciones informáticas para poder averiguar cuánta responsabilidad tiene el cambio climático causado por el ser humano en un evento meteorológico determinado. Por ejemplo, cuánto ha contribuido a aumentar la intensidad de una tormenta o cómo de probable (o improbable) hubiera sido una ola de calor si el mundo no se hubiera calentado debido a los gases de efecto invernadero relacionados con la actividad humana.

          Australia, Siberia y América del Sur, entre las regiones en las que el calentamiento está incrementando más el área afectada por el fuego.

          En el caso de los incendios suele ser más complicado, porque se trata de eventos multifactoriales, y más aún a la hora de realizar atribuciones sobre la superficie quemada. Pero un equipo de científicos del Reino Unido y Bélgica ha cifrado por primera vez el aumento del área quemada en todo el planeta; y concluyen que el cambio climático incrementó en un 15,8% la superficie vegetal afectada por los incendios entre 2003 y 2019.

          Ibiza celebra su VI Foro Marino coincidiendo con el XXV aniversario de la declaración de la pradera de posidonia que se extiende entre Formentera y Eivissa como patrimonio mundial de la UNESCO. «Se trata del organismo vivo más grande del mundo, unas extensas praderas de posidonia oceánica de ocho kilómetros de longitud con más de 100.000 años de vida», explica Purificació Canals, coordinadora del Global Network of MPA Manager Networks de The Ocean Foundation.

          El proyecto La gran pradera del Mediterráneo lleva 20.000 frutos recogidos y germinados, 20.000 posidonias plantadas con un 75% de supervivencia.

          En esta edición, que por primera vez se extiende a todas las islas baleares, se ha hablado de protección, conservación y regeneración, con once ponentes que han dado visibilidad a la fragilidad de nuestro mar y dejado patente la urgencia de adoptar medidas de preservación.