
Miguel Delibes de Castro es uno de los ecólogos y biólogos más destacados de España. Con una sólida trayectoria como investigador, es reconocido por su trabajo en la conservación de la biodiversidad y por ser una figura clave en la protección del lince ibérico, uno de los felinos más amenazados del mundo.
La relación entre la Tierra y la Humanidad es mucho más que un intercambio, es un vínculo profundo que nos define como especie. Desde tiempos ancestrales, diversas culturas han percibido al planeta como un ser vivo, y más aún: como una madre que nos cuida y sostiene. Sin embargo, en el caos actual de guerras, contaminación y crisis climática, este lazo parece haberse debilitado, o incluso no existir. No obstante, en Oikosfera no lo damos por perdido y queremos ver este tiempo presente como una oportunidad.
Como un punto de inflexión en la manera de entender nuestra conexión con la Naturaleza basado en la recuperación de aquella visión de nuestros antepasados que se apoyaba en un sentimiento familiar de pertenencia, cuyo objetivo es el bien general de todos o bien común.
De todo esto hemos hablado con Miguel Delibes de Castro uno de los ecólogos y biólogos más destacados de España. Con una sólida trayectoria como investigador, es reconocido por su trabajo en la conservación de la biodiversidad y por ser una figura clave en la protección del lince ibérico, uno de los felinos más amenazados del mundo.
Delibes de Castro fue director de la Estación Biológica de Doñana, un centro de referencia en la investigación de ecosistemas, donde lideró proyectos que han sentado las bases para comprender y mitigar el impacto humano en la naturaleza. Además de sus investigaciones, es autor de múltiples publicaciones científicas y divulgativas, incluyendo La Tierra Herida, un diálogo único coescrito con su padre, el aclamado novelista Miguel Delibes, que reflexiona sobre la crisis ambiental.
Su compromiso con la sostenibilidad y su capacidad para combinar ciencia, conservación y sensibilidad humana lo convierten en una voz imprescindible en la búsqueda de soluciones frente a los desafíos ecológicos actuales.
Miguel Delibes nos invita a reflexionar sobre nuestra relación con el planeta y a reencontrar una conexión perdida que está viva en nuestro inconsciente colectivo.
I. El vínculo entre la Humanidad y la Tierra
“La vida ni acierta ni se equivoca, sólo avanza. ¿Qué mensaje encierran esas palabras pronunciadas por usted en otra ocasión?
Tampoco estoy seguro de que esas palabras sean correctas, por más que las haya pronunciado yo. Explico lo que quiero decir. La vida evoluciona (a eso llamo “avanzar”) sin un propósito determinado, no distingue el bien del mal, lo que es acierto para unas especies o poblaciones supone casi siempre un problema para otras.
Sr Delibes, desde su vasta experiencia como biólogo, en un mundo donde todo parece fragmentado, ¿Cree que aún existe un vínculo vivo entre la Tierra y la Humanidad? ¿Cuál es su verdadero significado?
Por supuesto que existe, incluso si nos cuesta percibirlo.
La ciencia nos enseña que los humanos estamos vinculados estrechamente a lo que hoy llaman Sistema Tierra, a la naturaleza. Dependemos de ella para respirar, comer, beber… Solo pudimos aparecer como especie cuando la Tierra era hospitalaria para una especie como nosotros.
Eso intento explicar en mi reciente libro “Gracias a la vida”.
El concepto «Oikos» plantea una visión integradora de Humanidad, considera a los humanos, animales, plantas y bienes inmateriales del entorno como si de un solo ser vivo se tratara. ¿Cómo podríamos trasladar esta idea a la educación y la toma de decisiones globales?
En efecto, Oikos remite a casa, a la casa de todos, y en estos tiempos podríamos asociarlo a la visión desde el espacio de “ese punto azul pálido que es el único hogar que hemos conocido”, que dijo Carl Sagan. La idea de la Tierra como un ser vivo (Gaia) es de Lovelock, en el último cuarto del siglo XX, y ha sido en líneas generales refrendada por la ciencia. Creo que lo que hay que hacer es educar a la ciudadanía y advertirle de los riesgos.
¿Cree que la Humanidad mantiene en su memoria colectiva esa relación casi sagrada con la Naturaleza y es capaz de recuperarla?
Me parece claro que gran parte de la sociedad occidental no es consciente de esa relación, independientemente de que la consideremos sagrada o no. Hay niños que piensan que los pescados o el chocolate se fabrican en el hipermercado. Pero también hay cada vez más gente que conoce la realidad.
En muchas culturas antiguas se consideraba imperdonable dañar a la mujer porque simbolizaba a la madre Tierra. Hoy, el daño a ambas es cotidiano. ¿Qué nos dice esto sobre nuestra Evolución como especie?
Los cambios culturales no tienen que ver directamente con la evolución biológica, y menos si la escribimos con mayúscula. No conozco bien el tema de las culturas antiguas, pero hoy sabemos tanto que hubo mujeres que guerreaban y dirigían a sus grupos como otras a las que se sacrificaba aún niñas ofreciéndolas a los dioses. No se puede generalizar.
¿Qué papel juega la mujer como símbolo de la Madre Tierra en esta reconexión con el Planeta?
No me atrevo a contestarlo con rotundidad, pero creo que las mujeres son más propensas a conservar la casa común, el Oikos de que hablamos, y serían mejores conductoras del proceso de transformación sociocultural imprescindible.
II. La Evolución, la Naturaleza y sus enseñanzas
Los lugares más hermosos de la Naturaleza son convertidos en parques inaccesibles para protegerlos de aquellos para los quienes originariamente estaban destinados por la Creación: los seres humanos. Doñana es un ejemplo, pero pasa con todos ¿Cómo ve esta aparente contradicción?
No veo la contradicción. Como dije antes, la vida no acierta ni se equivoca, no tiene un “destino original”. Tantos derechos tenemos a usar los recursos naturales nosotros como los tigres, los fresnos o los boletus. Y lo cierto es que los humanos (una sola especie de entre millones) monopolizamos más de la mitad de los recursos existentes. Bien está que nos autolimitemos y reservemos unos pocos espacios para las demás.
He leído que su padre le dijo que la extinción del lince no nos afecta, pero el calentamiento del planeta sí. Quizás es una es una forma de decir que, para la Evolución, lo primero es la supervivencia humana.
No. Vuelvo a reiterar: la evolución es un proceso sin objetivo. A la evolución no le importamos. Hace tres mil millones de años no había oxígeno en la atmósfera, ni animales, ni plantas, ni hongos, y la evolución no los “echaba de menos”. La supervivencia humana es importante para nosotros, y sabemos que depende de la supervivencia del resto de la oikosfera (permitidme que os “robe” el término).
Usted ha dado protagonismo a los actores secundarios de la Naturaleza… Es el caso, por ejemplo, de la lombriz de tierra. Sin su labor – dice usted – las vacas no tendrían tan buenos pastos, pero son son éstas las protagonistas centrales de los paisajes de campo ¿Qué nos diría de estos “actores secundarios” que también tienen sus referentes en nuestro propio cuerpo, como la microbiota?
He escrito un libro entero (“Gracias a la vida”) para hablar de esos actores que no son secundarios (están muy bien las comillas en la pregunta) y todavía me he quedado corto.
En el contexto de las interacciones entre especies, ¿Podría decirse que existe una inteligencia colectiva en la Naturaleza que guía la evolución hacia la cooperación y la sostenibilidad?
No, no existe una inteligencia colectiva, a no ser que retorzamos mucho el término. Sí que es cierto que la vida tiende a mantenerse (cuando se rompe la red suelen formarse nuevas conexiones, pero eso tiene un límite) y que con frecuencia la cooperación es más eficaz que la confrontación.
La historia evolutiva está sembrada de hitos como la aparición de las células eucariotas o el dimorfismo sexual. ¿Qué puede decir al respecto?
Es una pregunta rara. Habrá decenas de miles de páginas escritas sobre la aparición de la célula eucariota, ¿qué puedo añadir yo? En todo caso, el proceso evolutivo consiste en eso, en la continua aparición de variaciones que en un momento dado hacen a los individuos que las incorporan más eficaces que sus predecesores.

III. Crisis ambiental y el cambio climático
Vivimos en una época marcada por conflictos, contaminación y una evidente crisis climática. ¿Cómo interpreta usted este caos? ¿Es un anuncio del apocalipsis o quizás una oportunidad para redirigir nuestra relación con el Planeta y una nueva forma de vivir en él?
Son las dos cosas.
El anuncio de que estamos cerca de los límites de la Biosfera para albergarnos y también una oportunidad para cambiar.
En cuanto al cambio climático, ¿Qué le diría a quienes aún niegan su existencia o minimizan su impacto?
Que no se dejen engañar, que no cierren los ojos a las evidencias. Estamos padeciendo ya los efectos del calentamiento global y negarlo no ayuda a mejorar las cosas.
Observando los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad, ¿Qué podemos aprender de los errores del pasado y aplicar esos aprendizajes para un futuro más sostenible?
No podemos negar que la explotación intensiva de los recursos nos ha traído bienestar: vivimos más tiempo, estamos más sanos, disminuye la pobreza. Lo que tenemos que aprender es que ese camino ha llegado a su fin,
Que no podemos seguir haciendo las cosas como hasta ahora, porque perderemos lo que habíamos ganado.
IV. Agenda 2030 y propuestas para el futuro
La Agenda 2030 pretende dar respuesta a los grandes desafíos de la Humanidad como la pobreza, el hambre, la corrupción, el cambio climático y la Paz Universal.Sin embargo, también se enfrenta a críticas y contradicciones. ¿Cuál es su opinión sobre este plan global y qué cree que debe priorizarse?
La Agenda 2030 me parece uno de los intentos más nobles para enfrentar los grandes problemas globales y me cuesta entender la animadversión que suscita en algunos entornos. Creo que su valor principal en el conjunto de sus objetivos, asociar la conservación del medio ambiente con la erradicación de la pobreza y el hambre, el disfrute de agua limpia, la salud universal, etc. No se pueden poner unos objetivos por delante de los otros, porque se desvirtuaría.
¿Qué opina usted de ese ecologismo actual que antepone los derechos de los animales a vivir en un territorio exclusivo, en oposición a que éste también sirva para resolver problemas humanos de supervivencia, como procuran las nuevas fuentes de energía renovables y no contaminantes?
No debemos inventar falsos problemas. Como he dicho en la pregunta 8, tanto derecho a existir tienen unas especies como otras. Disponemos de enormes superficies industriales y tejados donde colocar paneles solares, muchas zonas con valor ecológico reducido donde ubicar aerogeneradores… ¿por qué empeñarse en hacerlo en los espacios naturales mejor conservados?
La Teoría económica del decrecimiento defiende que el nivel de progreso no se mide por el mayor consumo sino por uno racional y adecuado a las necesidades. Se podría resumir coloquialmente con un “conformarse con menos y compartir” … ¿Con qué criterio para sobrevivir cree que funciona la Evolución?
He señalado en distintas respuestas que no comparto la idea de la evolución como un ser pensante, que utilice “criterios para sobrevivir”. Pero creo firmemente que deberíamos considerar progreso a ser más felices, más libres, más sanos en un ambiente sano, en lugar de a ser más ricos. Mario Bunge ya dijo algo así hace muchos años.
Si no hay un propósito ni una referencia moral, ¿De dónde surge entonces nuestra necesidad de actuar conforme a una determinada ética basada en la cooperación y en la búsqueda del bien?
El criterio moral es humano, no de la evolución. Para nosotros la malaria es una desgracia, pero para la evolución es un mecanismo más de control de poblaciones. Desde el punto de vista de la evolución (si
tuviera puntos de vista), tan buenos (o malos) serían los mosquitos que polinizan el cacao y nos proporcionan el chocolate como los que transmiten el Plasmodium y nos matan. Lógicamente, nosotros lo vemos de otra manera.
Entonces, si la evolución es un proceso sin objetivo, ¿cómo explica el orden y la complejidad que vemos en la naturaleza? ¿No sugiere esta complejidad la posibilidad de una inteligencia superior que “orqueste” o, al menos, inspire ese orden?
La naturaleza es compleja, sin duda, porque es el resultado de miles de millones de años de prueba y error, de nuevos inventos que antes o después son sustituidos por otros. En ese sentido, y a escalas
temporales grandes, no es ordenada: hace 66 millones de años un asteroide provocó una extinción masiva, antes y después ha habido otras, más del 95% de las especies que han existido alguna vez ya no viven hoy… La discusión sobre una inteligencia superior es muy respetable, pero ajena a estos asuntos. Mi propia existencia (que me importa, claro) no implica que alguien lo haya orquestado, que tal
fuera un objetivo: fue casualidad que precisamente aquel espermatozoide y aquel óvulo se encontraran.
V. Mensaje final
Desde su experiencia, ¿cómo puede el ciudadano de a pie, desde sus pequeñas acciones diarias, contribuir de manera significativa a una transformación global en nuestra relación con el Planeta? ¿Cree que estas pequeñas acciones pueden realmente marcar una diferencia frente a los grandes problemas ambientales
Darwin nos enseñó que la suma de muchos pequeños actores (desde las lombrices a los pólipos que crean arrecifes de coral) puede producir grandes cambios. Pero una de nuestras pequeñas acciones debe ser convencer a los demás, presionar a los que nos gobiernan, influir…
¿Qué es lo más importante que ha aprendido de la Naturaleza
He aprendido que dependemos de la naturaleza, que es imprescindible para nuestras necesidades más básicas y las menos (e.g. el bienestar emocional), que corremos el riesgo de perderla, y que por tanto debemos ponernos a la labor de conservarla.
NOTA DE LA REDACCIÓN
Oikosfera respeta todas las opiniones, aún si éstas no coinciden con nuestro pensamiento y sentir que sí afirma la existencia de un orden inteligente y bondadoso como origen, impulso y sostén de todo lo manifestado. Sirva el contraste para proporcionarnos claridad a todos.