A lo largo de la costa almeriense, un mar de plástico se divisa desde la vista de pájaro de los satélites europeos y estadounidenses. «Lo que más se ve es el campo de invernaderos del sur de Almería, eso es lo que más se ve de todo el mundo», aseguraba el exministro de ciencia y astronauta, Pedro Duque, en un programa de televisión. En total, a fecha de 2022 y según datos de la Junta de Andalucía, 32.827 hectáreas de maderas, aluminio y plásticos. Mucho plástico.
El dióxido de carbono es el alimento de las plantas y su consumo, por lo general, suele oscilar entre los 0,12 y 0,24 kilogramos hora por 100 metros cuadrados.
Bajo estas lonas blancas hay toneladas de tomates, pimientos, berenjenas, calabacines, melones, sandías, pepinos, crisantemos, plantas ornamentales… y dióxido de carbono. «En toda agricultura bajo plástico hay una necesidad de CO2 y hay déficit, aunque parezca mentira», explica a este periódico Antonio Cambil, socio de Ecco2.
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