La fiebre del hidrógeno verde recorre Europa. Este gas, el más ligero de la naturaleza (siete veces más que el gas natural), se ha convertido en el protagonista de las soluciones para afrontar la crisis derivada de la guerra de Ucrania y reducir la dependencia energética de Rusia. Sin embargo, pese a la escenificación política de los presidentes de España, Pedro Sánchez; Francia, Emmanuel Macron y el canciller alemán, Olaf Scholz, prometiendo una red europea de hidrógeno verde, las dudas sobre la financiación de estas infraestructuras, sobre la demanda y la competitividad de su producción, mantienen en el aire inversiones que se presumen millonarias.
Los expertos plantean dudas sobre la demanda y la competitividad de este gas.
En el caso de España, el transportista y gestor del sistema (TSO), Enagás, estima unas inversiones máximas de 4.670 millones de euros en el diseño de la red troncal española junto a dos almacenes. A ello hay que añadir otros 2.500 millones para el llamado H2Med, el hidroducto marino que uniría Barcelona y Marsella a partir de 2026, y en el que se desconoce la participación económica de España.
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