Hace unos días mantenía una conversación con una gran amiga que aseguraba que solo una profunda espiritualidad le había permitido traspasar el umbral del último cambio de año, desprendida del caos que en esos momentos mal alimentaba su ser. Esa misma tarde, en la presentación del poemario Coda, del artista José Luis Vicario, la espiritualidad volvía al ataque para encontrar la calma de la conexión personal e intransferible.

En su libro Vivir con sentido, la consultora de comunicación María de León explica que el silencio humaniza, porque nos ayuda a escucharnos mejor a nosotros mismos.
Pocas horas después hablaba con una gran experta en moda sostenible sobre los miedos de esta sociedad nuestra en la era VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, por sus siglas en inglés). Su respuesta era la misma: espiritualidad para no dejarse embaucar por los cantos de sirena de la inestabilidad.
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