Miguel Ángel Piñeiro tiene 70 años. Junto a su mujer, María Angustia, aguarda con impaciencia el comienzo de la manifestación en la Plaza de España de Almaraz, punto de arranque de una jornada histórica para reivindicar el futuro de la central nuclear de Almaraz, la primera del país que echará el cierre en esta etapa si se cumple el calendario del Gobierno. El primer reactor lo hará en 2027 y el segundo, al año siguiente. La mañana ha aparecido muy fría y el espesor de la intensa niebla parece coincidir con el futuro nada luminoso -si se cumplen los pronósticos- del sustento de vida para miles de habitantes del Campo Arañuelo (37.600 habitantes), que ha sobrevivido a la crisis poblacional de la España Rural.
Histórica manifestación en contra del cierre de la instalación cacereña, con presencia de unas 10.000 personas…
Hay clamor e indignación en los pueblos de influencia de la central (hasta 12 en su área más próxima), que pasan por ser el territorio más próspero de Extremadura. Con diferencia. Durante 30 años, de los 60 a los 90 (cuando los dos reactores comenzaron ya a pleno rendimiento), la comarca perdió casi el 62% de la población. 43 años después, ha ganado el 20% en contraste con el resto de la provincia de Cáceres (-12%). Almaraz lidera la clasificación de pensiones contributivas de toda Extremadura, con una media de 1.415 euros al mes. Esta cifra supera ampliamente tanto la media de la región, situada en unos 1.060 euros, como la nacional, que ronda los 1.260 euros. Las estadísticas abruman desde cualquier factor a elegir: el número de afiliaciones a la Seguridad Social es un 20% superior a la media provincial y regional.
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