La pérdida de biodiversidad, la escasez del agua, la seguridad alimentaria, la salud y el cambio climático están interrelacionados hasta tal punto que la mala situación de uno arrastra al resto en una reacción en cascada. No solo eso, son capaces de retroalimentarse en esos efectos adversos.
El último informe de IPBES, un grupo de expertos de la ONU, advierte de que las crisis medioambientales, sociales y económicas interactúan y se agravan mutuamente.
Para evitar esas consecuencias indeseadas es fundamental que las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos y organizaciones no se tomen de forma aislada, una práctica común en la actualidad, porque “los esfuerzos por separado resultan ineficaces y contraproducentes, solucionan un problema y provocan otro”, indica un informe de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) publicado este martes. Este informe proporciona evidencias científicas a los países de una situación que no era desconocida, pero no se había estudiado de forma global.
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