Nunca antes Aragón ha sacado tanto partido a sus recursos naturales como en los últimos años. Los intangibles del sol el viento, el agua, el territorio, la ubicación estratégica y el capital humano han situado a la comunidad en el punto de mira de los inversores y, por tanto, en el primer plano de la actualidad económica a nivel nacional e internacional. Lo que hace unos años se consideraba una posibilidad y una esperanza, hoy es una realidad palpable. Estos activos, a los que aluden reiteradamente los directivos de las compañías que ya se han implantado en Aragón o aquellas que lo van a hacer en el corto plazo, se han convertido en el gran vector de desarrollo de una tierra que comienza a despojarse de los complejos que le han atenazado durante demasiado tiempo. La historia, sin embargo, parece haber cambiado.
Energía, logística, tecnología y talento son los factores diferenciales que han abierto de par en par las expectativas de una comunidad que se postula como referente de la nueva economía.
El acuerdo sellado entre Forestalia y CGE, filial del gigante asiático CATL, líder mundial en la producción de baterías de iones de litio para coches eléctricos y socio de Stellantis, corrobora que Aragón está en el foco y anticipa que la gigafactoría en Figueruelas está más cerca que nunca. Ahora sí. La alianza certificada el pasado jueves ejemplifica a la perfección cómo sectores estratégicos como el del automóvil y el energético están predestinados a ir de la mano para lograr objetivos comunes. El pacto, que permitirá invertir mil millones de euros para levantar la mayor plataforma de autoconsumo de energías renovables en España, anticipa que el camino elegido por la comunidad es el correcto y está despejado. Por primera vez en mucho tiempo, Aragón aprovechará sus recursos naturales y su conocimiento de forma intensiva para generar riqueza dentro del territorio.
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