La cumbre del clima de la ONU, la COP28, se ha abierto este jueves en Dubái con una alarma que, desgraciadamente, no parece nueva. Lleva sonando demasiado tiempo sin que se le ponga coto al origen del problema: las emisiones de gases de efecto invernadero, cuya fuente principal hay que buscarla en los combustibles fósiles que alimentan la economía mundial.
«Estamos viviendo el colapso climático en tiempo real», advierte António Guterres.
Mientras el nivel de concentración de estos gases en la atmósfera vuelve a marcar un récord, es casi seguro que 2023 se va a cerrar como el año más cálido que se ha registrado desde al menos 1850, cuando comienzan las series de mediciones directas de la temperatura. Ese año también es el que se toma como referencia para el arranque de esta crisis, porque fue el momento a partir del que el ser humano empezó a usar de forma masiva el carbón, el petróleo y el gas.
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