En la actualidad existe un impulso imparable en las políticas orientadas a la transición energética. Muchos factores han contribuido a ello: la llegada del pico del petróleo, que ciertos autores auguraron hace alguna década y que la Agencia Internacional de la Energía (IEA) sitúa hoy en los próximos años; los efectos del calentamiento global de origen antrópico a partir de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de combustibles fósiles; los cambios en los usos del suelo; la guerra de Ucrania.
La energía vuelve a destacar como un factor crucial para la vida y la muerte en nuestro planeta.
La sensación de la urgencia de dicha transición se está extendiendo entre aquellos que comprueban cómo los efectos del cambio climático de origen antropogénico —resultado de actividades humanas a diferencia de los que tienen causas naturales— podrían volverse incontrolables en poco tiempo y derivar en un cambio social no deseable a gran escala.
43 Me gusta