Cada vez se ven circular más coches chinos por las carreteras aragonesas y españolas, una presencia creciente que viene impulsada por los menores precios que ofrecen sus marcas, sobre todo, en el mercado de vehículos eléctricos. El fenómeno ha llevado a la Unión Europea a incrementar los aranceles a las importaciones de estos modelos, sospechosos de beneficiarse de subsidios de Pekín. Para sortear el impuesto en frontera, los grupos del gigante asiático están redoblando su apuesta por instalar fábricas en Europa para producir aquí sus vehículos o bien ensamblarlos. En este escenario, Aragón vuelve a postularse como un territorio idóneo para acoger este tipo de proyectos, una industria en la que la comunidad goza de una sólida especialización, además de otros alicientes. Bien lo sabe una gran compañía de ese país ligada a la electromovilidad que ya ha puesto el foco en este territorio.
Los contactos entre Aragón y las empresas y autoridades chinas se han multiplicado en los últimos meses.
Poco a poco, las inversiones industriales procedentes del Lejano Oriente se abren paso en España. Un ejemplo de ello es el desembarco hace tres meses de Chery en Barcelona, que fabricará el modelo eléctrico Omoda en la antigua planta de Nissan en la Zona Franca, cerrada hace dos años. Otras compañías estudian seguir sus mismos pasos, un proceso que ahora, con los aranceles, podría acelerarse.
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