A la siete de la mañana, como cada día, Faní Dadou abre el único bar que funciona en Metamórfosi, un pequeño pueblo en el interior de Grecia, en la llanura de Tesalia. Enciende la estufa, sintoniza la televisión y recoloca las mesas a la espera de que lleguen los clientes. “Antes teníamos nuestra cocina, nuestros fogones, nuestro negocio, nuestra vida… teníamos de todo y ahora estamos un peldaño por encima de las personas sin hogar”, cuenta con emoción una mujer que regenta este local junto a su marido Váios desde hace 26 años.
Los habitantes de Metamórfosi negocian con el Gobierno de Grecia su traslado a un lugar seguro.
«Hemos vuelto a abrir después de limpiar y limpiar el barro, primero por nosotros, pero también por la comunidad», explica la dueña del bar mientras pone sobre el fuego una tetera que le permitirá tener agua caliente para lavar los vasos.
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