Fue uno de los elementos que asentó el esplendor del califato omeya y ahora, muchos siglos más tarde, podrían ser una de las herramientas que nos ayuden a entender mejor nuestra relación con el agua y cómo hacerla mucho más respetuosa con el entorno. Este elemento milenario que contiene tantos secretos para entender el pasado y el futuro tiene un nombre: son las acequias medievales, repartidas por Andalucía, y el laboratorio MEMOLab de la Universidad de Granada se está encargando de recuperarlas.
La historia de las acequias es muy antigua. Ya en la Prehistoria se usaban ideas similares.
¿Podemos aprender entonces del pasado para entender mejor los retos del presente y las decisiones que debemos tomar para el futuro? «La verdad es que sí, tenemos muchas cosas que aprender del pasado», asegura José María Martín Civantos, coordinador del MEMOLab y profesor de la Universidad de Granada. «El mundo rural ha ido generando conocimiento ecológico local», apunta este arqueólogo experto en la Edad Media.
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