El grito resuena desde Pozoblanco hasta Palma de Mallorca cuando María José Llergo (1994), camisa blanca y falda de cuero, ve aparecer por las escaleras a Rossy de Palma (1964), de un negro inmaculado salvo por los brillos dorados de sus zapatos. Dos mujeres, dos generaciones, unidas por un mensaje de Instagram. Esta es la historia de una amistad, que comenzó desde Australia, que nadie se esperaba y fue. La de las meriendas en casa de Rossy, la de María José dedicándole Mira que eres linda en su primer encuentro.
La artista más rompedora del flamenco actual charla con la actriz sobre la condición femenina antes y ahora.
«La gente inspiradora, la gente culta, la gente que se mueve en la generosidad del arte hace que me brillen los ojillos. Mujeres como Rossy de Palma. Dios mío, qué inspiración. Artista haga lo que haga, friegue los platos o pose para Gaultier». Es La Llergo, que le ha pedido a su amiga que le presente el disco Ultrabelleza, un canto, flamenco, a la libertad sexual y a esa belleza no física, espiritual. «Tendremos la certeza de que el mundo ha avanzado cuando una persona no tenga que salir del armario porque los armarios no existan. Cuando una persona decida ser ella misma y no se encuentre ningún obstáculo que se lo impida», resume a modo de manifiesto de lo que su disco recoge en canciones.
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