¡Una avispa!. Estas dos palabras suelen ir acompañadas de un grito y de numerosos aspavientos para ahuyentar a este pequeño invertebrado. Su aguijón provoca pánico en gran parte de la población, pero también debería generar preocupación porque su presencia como la de abejorros y abejas cada vez es menor. Sin embargo, estos pequeños insectos se asoman sobre un mar de vides de la meseta castellana.
Varios viñedos usan jardines de polinizadores y pequeños hoteles para atraer abejas y mariquitas para luchar contra estos males.
Unos metros por encima de estas cepas, una especie de cobertizo con una malla y botellas vacías. No es un almacén, ni es la única construcción de este tipo en esta finca. Alrededor de esta revolotean abejas que dejan su característico zumbido al batir sus alas. «Queremos insectos en la viña para que hagan su ciclo vital y combatir las plagas», explica Richard Sanz, enólogo y propietario de la Bodega Ménade. En realidad, estas construcciones, son hoteles para insectos. «Es para darle un poco de romanticismo y que los insectos vengan», comenta Sanz.
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