Cada vez que se crea una nueva vía de transporte, surge una pregunta clave: ¿cómo se va a responder a la fragmentación que supone en el espacio para las personas que viven a un lado y a otro del territorio?
Soluciones como los ecoductos permiten a los animales salvar las fracturas en el territorio que suponen las redes de transporte.
Aunque hay voces críticas sobre el impacto que tienen a nivel de ruido o de destrucción de la cohesión territorial y social de estas infraestructuras, se trabaja en soluciones como enterramientos o pasos elevados que palien el problema. Pero si los humanos tienen puentes y otras herramientas, ¿qué ocurre con los animales que también viven a un lado y a otro del espacio que ahora ha cruzado una autopista o una vía de alta velocidad?
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