Para el común de los mortales, el altruismo es un comportamiento que implica algún tipo de cesión o sacrificio personal en beneficio de otros, sin esperar nada a cambio; algo que parece contradecir las ideas darwinianas del egoísmo y la selección de los más fuertes como motores de la supervivencia y la evolución. Los biólogos, por tanto, intentan explicar el altruismo considerando que tiene lugar sobre todo en el seno de las familias, donde el sacrificio de un pariente (cediendo, por ejemplo, un riñón) ayuda a la supervivencia de otro miembro de la misma familia.
Un estudio con ratones revela que el comportamiento altruista no es innato, sino aprendido por la experiencia.
Otra explicación es el altruismo recíproco, es decir, hoy por ti, mañana por mí. Te doy el dinero que necesitas esperando que tú hagas lo mismo conmigo cuando yo lo necesite. Pero la conducta que beneficia al otro sin que haya reciprocidad es más difícil de explicar. ¿Acaso siempre hay algún tipo de reciprocidad oculta y, en realidad, un verdadero altruismo, tal como solemos definirlo, no existe?
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