La transición energética se ha convertido en una necesidad para la industria catalana, tanto por razones normativas como para garantizar la competitividad de todo su tejido industrial. En un escenario de inestabilidad y fluctuaciones de precios, la dependencia de una parte de la industria catalana respecto al gas natural o la energía nuclear puede suponer un problema para su competitividad e incluso para su supervivencia.
Según los últimos datos del Institut Català d’Energia, el 46% de la energía consumida por las industrias radicadas en Cataluña procedía del gas natural y el 37,9% de electricidad.
Desde un punto de vista estrictamente normativo, ya no hay vuelta atrás para la descarbonización de la economía, ni en Catalunya, ni en España, ni en Europa. Es una simple cuestión de plazos de obligado cumplimiento, que pudieran sufrir demoras coyunturales a consecuencia de la inestabilidad geopolítica, pero, en cualquier caso, dentro de un proceso que está decidido porla Unión Europea e identificado como el eje troncal de sus políticas para los decenios venideros.
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