Garantizar una producción de alimentos suficiente para toda la población mundial es uno de los objetivos de desarrollo sostenible incluidos en la Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas. Pero esto no es posible sin controlar la pérdida de las cosechas causadas por enfermedades en las plantas. Para ello, resulta necesario desarrollar métodos novedosos, sostenibles y seguros. Y aquí entra con fuerza el control biológico o biocontrol, que consiste en utilizar microorganismos inocuos para evitar que los cultivos enfermen. Suena bien, ¿no?
El control biológico o biocontrol consiste en utilizar microorganismos inocuos para evitar que los cultivos enfermen.
La plaga de los fitopatógenos
Los microorganismos que atacan a las plantas se conocen como fitopatógenos. Estos agentes infecciosos pueden afectar a las raíces, las hojas, los tallos o incluso los frutos, llevando en algunos casos a la muerte del vegetal. Su incidencia supone un gran impacto económico en el sector agroalimentario: la FAO calcula que cada año se pierden 220.000 millones de dólares (unos 187.000 millones de euros) debido a enfermedades en los cultivos agrícolas.
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