Lo llaman viticultura regenerativa. Es la propia tierra sanándose con sus propios recursos. Y aunque resulte paradójico, las lombrices y el Big Data cooperan para volver al origen. Que no les extrañe el gusano flotando en el mezcal mexicano. En las bodegas de Terras Gauda (DO Rías Baixas) han logrado que las típicas lombrices de tierra se coman el bagazo —la cáscara de la uva— lo digieran y lo transformen en un abono orgánico de primera, rico en microorganismos, para las vides.
Una bodega de las Rías Baixas emplea invertebrados para transformar las cáscaras de la uva en abono.
¿Y cómo llega el gusano al I+D de la viticultura moderna? En mayo de 2021, se embarcaron en este proyecto que tiene su origen en la economía circular y en la inteligencia natural en las orillas del río Miño, que hace frontera con Portugal. Se meten las lombrices en un vermirreactor —un contenedor rectangular de cuatro metros— diseñado por la Universidad de Vigo donde se acelera el proceso de biooxidación; se meten los restos de pisar las uvas para alimentar las lombrices y de sus excrementos —que caen en una malla de recogida— sale un excelente fertilizante llamado vermicompost.
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