Si bien no es la primera vez que los científicos llevan semillas para estudiar su crecimiento y evolución en el espacio (España lo ha intentado), en esta ocasión sí hay un elemento pionero: se trata de un proyecto conjunto entre la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) que partió a bordo de la nave Cygnus a principios de Noviembre. Pero… ¿para qué llevar semillas al espacio?
Llevar semillas al espacio para mejorar las cosechas y herramientas para combatir el cambio climático, entre otras razones.
Las condiciones de ingravidez y radiación permiten evaluar la evolución de las semillas ante situaciones adversas en un corto plazo. Las mutaciones espontáneas que surgen de este tipo de exposición son la base de la evolución en todos los organismos. Y este es un campo que tanto la OIEA como la FAO llevan estudiando décadas para encontrar nuevas variedades de cultivos con características deseables y así mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y los ingresos de los agricultores.
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