Si va calando el marco narrativo que asocia desarrollo de las renovables con injusticia para la España Vaciada, destrucción de la naturaleza y la biodiversidad y beneficios para “los de siempre”, se generará un efecto secundario no deseado, favorable a la prolongación de la vida del parque nuclear
El cambio real comenzaría en el año 2000 cuando el gobierno de la principal economía europea y entonces tercera del mundo, Alemania, puso en marcha su propia versión del camino suave, la estrategia Energiewende.
El 1 de octubre de 1976 la prestigiosa revista norteamericana Foreign Affairs publicaba un largo ensayo del físico Amory B. Lovins (tenía entonces 29 años), quien después sería presidente y fundador del legendario centro de investigación y asesoramiento sobre temas energéticos Rocky Mountain Institute. Se trataba de un ensayo extraordinariamente visionario titulado “Energy Strategy: The Road not Taken”, en el que por primera vez se contrastaba de manera exhaustiva las ventajas de una estrategia energética suave a largo plazo, basada en la eficiencia, la generación distribuida y las tecnologías renovables, frente la estrategia dura por la que apostaba su país, Estados Unidos, basada en la proliferación de centrales nucleares y la explotación exhaustiva de todos los recursos fósiles. El sueño del camino energético entonces no adoptado descansaba en los tres pilares mencionados. Disminuir de manera radical las enormes ineficiencias del sistema, avanzar hacia una generación distribuida aproximándola al lugar donde tenían lugar los usos finales de la misma y aprovechar la casi infinita energía proveniente del sol para sostener las necesidades de la economía y la sociedad
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