Interesante artículo acerca de esa silenciosa llamada de la Tierra que la Humanidad escucha en su interior y que la impulsa a vivir de otra manera, en contacto con la naturaleza y cercana a sus orígenes, cuando compartir los recursos con el vecino no era siquiera un acto de voluntad, sino algo espontáneo y propio de la vida en comunidad y armonía con el entorno.
Así es la visión del Mundo que nos impulsa en Oikosfera.
La búsqueda y recuperación de los beneficios ecosistémicos y la economía sostenible basada en los recursos naturales logran frenar la despoblación y que la vida vuelva al medio rural.
Juan Enrique Gómez
En el corazón de la Contraviesa, entre los cerros del sureste de Andalucía, hay vida en cortijos que hasta hace pocos años se encontraban semidestruidos y abandonados. En zonas tan singulares como las laderas de la Alpujarra, entre bancales aterrazados y acequias, se aprecia el humo de chimeneas que asciende al cielo. Son imágenes que se repiten en las sierras litorales de Cataluña y Valencia, en territorios áridos de Aragón, las estribaciones de los Pirineos, en Cantabria, Extremadura y otras zonas de la península Ibérica. Son situaciones que muestran que la esperanza ha vuelto a los viejos caseríos que fueron víctimas del fenómeno de la despoblación del mundo rural, que generó la desolación de territorios en favor del crecimiento de las metrópolis. El tiempo, la evolución de las costumbres y sobre todo la pandemia de 2020 y 2021, han provocado que la gente descubra en el mundo rural un horizonte donde luce el sol y crezca la esperanza de una nueva forma de vida más cercana a la naturaleza y a nuestros orígenes.
Mientras instancias gubernamentales, a nivel general y local, ponen en marcha planes para favorecer el crecimiento demográfico de lo que se ha conocido como la España despoblada, la realidad es que muchos municipios españoles, sobre todo en espacios cercanos a zonas turísticas, experimentan ya ese crecimiento y han conseguido recuperar una parte muy importante de las poblaciones que poseían antes del gran éxodo de las décadas centrales del siglo XX. Ha sido posible gracias a la presencia de pioneros, en muchos casos oriundos de esos pueblos, que han decidido dejar la ciudad para establecerse en el ámbito rural y llevar a cabo explotaciones agrícolas, ganaderas, hosteleras, e incluso montar en el pueblo su particular cuartel general desde el que trabajar, mediante sistemas ‘on line’ para la ciudad y el mundo.
Una de las principales claves para lograr la repoblación de los municipios es mirar al medio ambiente, valorar los recursos naturales y los beneficios que los ecosistemas aportan a las poblaciones que habitan en ese territorio. La defensa del entorno y la recuperación de los usos tradicionales han logrado en algunos puntos de la geografía ibérica, que los censos crezcan de manera rápida y estable. Poblaciones de las provincias de Valencia, Alicante, Gerona, Málaga, Granada, entre otras, han experimentado un crecimiento importante en estadística poblacional, que se debe a que hay una mayor población en pueblos donde crece la agricultura y formas de producción que podemos encuadrar en economía sostenible. Ocurre en gran parte de los pueblos que se encuentran en el entorno de espacios naturales de especial relevancia, como los parques nacionales, donde la imposibilidad de alterar el medio ha agudizado el ingenio y se han generado economías basadas en la explotación racional de sus recursos, como empresas dedicadas al ecoturismo, explotaciones ganaderas de razas autóctonas, cultivos ecológicos y mejora de las explotaciones agrícolas, e industria hostelera con una variadísima oferta para los amantes del ecoturismo y la experiencia vital en la naturaleza. Según datos del organismo autónomo Parques Nacionales, la mayoría de los municipios que forman los espacios protegidos, han incrementado sus poblaciones desde la creación de los parques.
La totalidad de las costas españolas, al margen del crecimiento estacional por la oferta turística veraniega, experimentan también un crecimiento el resto del año, con numerosos cortijos, villas y caseríos, ocupados por extranjeros y españoles que deciden vivir en contacto con la naturaleza. En la costa mediterránea, los cerros se vuelven a poblar de almendros, higueras y crecen los viñedos tradicionales, lo que implica un aumento en sus poblaciones.
Pero a pesar de que en las zonas donde ha habido una apuesta por la vuelta a los ecosistemas las poblaciones se recuperan, una parte importante de la geografía se mantiene aún en niveles demasiado bajos. En España, según el INE, de los 8.112 municipios españoles, 5.002 municipios tienen menos de 1.000 habitantes, de los que 2.652 no llegan a 500. Más de la mitad de los municipios españoles se pueden considerar infrapoblados, mientras que en las ciudades se concentra más del 43% de los habitantes del país.
Quienes viven en el medio rural saben que la supervivencia se basa en el equilibrio con la naturaleza. El uso sostenible de los recursos que nos ofrecen los ecosistemas y protegerlos para que formen parte nuestro desarrollo, es una forma de vivir más acorde a nuestros orígenes, como humanidad y como especie.
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