Juan Enriquez Gómez
En los próximos diez años serán sustituidos miles de molinos de energía eólica y placas solares cuyo destino no tiene por qué ser la destrucción y el abandono, su reutilización y reciclado abren caminos a nuevas formas de expansión industrial y a la solidaridad con países menos desarrollados.
El vertedero no es la solución. La imagen de enormes aspas de aerogeneradores eólicos, amontonadas o semienterradas en grandes basureros de Estados Unidos y Europa, no dibuja un futuro esperanzador y es utilizada para estigmatizar el imprescindible desarrollo de las energías renovables y la instalación de nuevos parques de energía eólica y solar, un mensaje que empieza a extenderse a través de los medios de comunicación y que únicamente responde a intereses de organizaciones sociales y grupos de presión, que se verían seriamente afectados por la reducción del uso de combustibles fósiles en la generación de energía. El ecologismo radical abona las dudas sobre la idoneidad de ampliar los sistemas de generación eléctrica, en base al impacto sobre la naturaleza de molinillos eólicos, placas solares, hidroeléctricas, incluso de la fusión nuclear, pero olvida que esa política nos mantiene en manos de quienes apuestan por energías contaminantes, con gases de efecto invernadero y nos aboca a depender de quienes tienen la llave de los pozos de gas y petróleo.
En las últimas semanas el relato publicado ha sido claro y reiterativo: no más aerogeneradores para evitar cementerios de enormes palas de fibra de vidrio que rompen el paisaje y destruyen ecosistemas. Según este discurso, la energía renovable ha dejado de ser limpia porque genera residuos nocivos para el medio. Pero los datos no avalan el mensaje, ya que entre el 80 y el 95% de los componentes de las turbinas eólicas y las placas solares son reutilizados o reciclados, además de los molinillos, que son sustituidos por otros más modernos o de mayor capacidad, que en lugar de ser destruidos son reinstalados en otros lugares como equipamientos de segunda mano, especialmente en países donde no pueden acceder a la compra de sistemas tecnológicamente punteros.
Industria en crecimiento
En la segunda mitad del siglo XX nadie podía imaginar que el reciclado de elementos tan cotidianos como papel, vidrio, plástico, metales y otros elementos, se convertiría en una industria en constante crecimiento. Ahora, con la crisis energética y los efectos de la contaminación sobre el clima y la viabilidad del planeta, el punto de mira tecnológico ha de estar en la generación de energía mediante sistemas renovables y no contaminantes, un proceso en el que hay que tener en cuenta los nuevos usos que se puede dar a los equipos al cumplirse el periodo tras el que se considerarían obsoletos. Aquí entra en juego el papel del I+D y de los emprendedores, que ya han visto que en las tres erres del reciclado: reducción, reciclaje y reutilización, se encuentran las claves de una nueva industria con un amplio abanico de posibilidades. De hecho, la mayoría de las grandes compañías de energía eólica y solar ya poseen sus filiales dedicadas al reciclaje y trabajan, además, con un gran número de empresas auxiliares que han comenzado a hacer su agosto con la sustitución de los equipos que se quedan anticuados.
Antes de 2025 alrededor de 15.000 palas de turbinas eólicas tienen que ser sustituidas en Europa, lo que supone entre 40.000 y 50.000 toneladas de elementos a reciclar o reutilizar. Son datos de la organización que engloba las empresas eólicas europeas, WindEurope, que reconoce que, en este momento, la industria no está capacitada para dar salida a esta enorme cantidad de material para reciclar, por ello es el momento de hacer crecer la industria del reciclado, pero sobre todo de los sistemas de reutilización. El boom energético que experimentan las renovables con la crisis del gas, ha provocado que las empresas alarguen los tiempos de uso de los aerogeneradores, para intentar sacarles más rendimiento antes de que sean desmantelados. La ampliación de los tiempos de vida útil de los equipos, reducirá la cantidad de elementos a sustituir a corto plazo. Por otra parte, la mayor necesidad de energía de procedencia limpia, va a provocar la instalación de nuevos parques con un mayor número de aerogeneradores, con la ventaja de que estos nuevos equipos tendrán una vida útil de entre 25 y 30 años, como mínimo, a contar desde su instalación, lo que proporciona mayores tiempos de reacción para el crecimiento y consolidación de la nueva industria del reciclado procedente de las renovables.
Metal, fibra y cristal
En la actualidad, en España hay alrededor 21.400 aerogeneradores, lo que supone 64.200 palas. De ellas, un 20% podrían ser sustituidas en los próximos diez años. Si se le añade que necesitaríamos incrementar en un 20% la electricidad generada por este sistema, el negocio a medio y largo plazo, está cantado. Un aerogenerador es reciclable entre un 80 y 95%, ya que está compuesto fundamentalmente por acero, cobre, aluminio, hierro, hormigón y plásticos, elementos que ya poseen cadenas de reciclado establecidas desde hace años, pero además están las palas, fabricadas con fibra de vidrio y resinas, más difíciles de reciclar, pero que cuentan ya con procesos eficientes: mediante calor se disuelven las resinas y se extrae metacrilato de metileno, que se usa para ventanas y faros de coches. Otro elemento es lactato de potasio, que se utiliza en la industria alimentaria, sobre todo en repostería. Investigadores británicos han creado gominolas y cervezas ácidas a partir de resinas de palas eólicas.
En el caso de la energía solar térmica y fotovoltaica la situación es similar. Las placas están compuestas por cobre, vidrio, aluminio y plástico, elementos para los que ya existen plantas de reciclado, pero si tenemos en cuenta que la vida útil de las placas es de entre 20 y 25 años, por el momento y a pesar del crecimiento de las instalaciones para autoconsumo, no habrá residuos que tratar en mucho tiempo.
“En España no hay parques eólicos en los vertederos. En la totalidad de los sistemas que se sustituyen, las piezas van a mercados de repuestos o de segunda mano que ya han creado empresas en España y Europa, e incluso se destinan a mercados menos desarrollados en materia de renovables”, afirma Tomás Romagosa, director técnico de la Asociación Empresarial Eólica de España, que indica que la imagen de palas en vertederos no es real en España ni en Europa.
Los datos nos llevan a concluir que los mensajes apocalípticos que se lanzan desde organizaciones presuntamente ecologistas, en los que se dibuja un panorama de millones de toneladas de residuos procedentes de las instalaciones de energía renovable, no son más que ‘fake news’, noticias falsas, o en el mejor de los casos, pseudonoticias, con un alto grado de manipulación que tienen como único objetivo impedir el avance de las renovables e incrementar la dependencia energética de determinados mercados internacionales. Los datos señalan claramente que no hay, y será por mucho tiempo, acumulación de residuos de molinillos eólicos, por la sencilla razón de que aún no ha llegado el momento de sustituir los existentes y, cuando se hace, los viejos aerogeneradores son reinstalados en otros lugares o vendidos a otros países, ya que lo contrario iría en detrimento de la rentabilidad de las empresas. El alto costo de estos equipos impide convertirlos en basura. La imagen de molinos tirados en vertederos, de ser cierta, sería algo realmente puntual y no generalizable.
Necesitamos fuentes de energía que aprovechen nuestros recursos naturales renovables. La península Ibérica es, sin duda, el primer generador de energía eólica y solar europeo, un territorio imprescindible para cubrir las necesidades energéticas del continente. Es posible llegar un desarrollo energético realmente sostenible, con el equilibrio como base y en el que la cultura del reciclado y la reutilización sea la nueva mina de oro del siglo XXI.
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