Amparo Cruz.
Lic. en Ciencias de la Educación
Inicio de CURSO. La foto del periódico muestra a unas pequeñas en Kiev (Ukrania) donde a pesar del horror circundante, estrenan curso en un colegio en que el español es la primera lengua. Se llama: MIGUEL de CERVANTES, nada menos. Niñas felices, luminosas…, angelicales como estrellitas saltando desde la foto hasta mi mirada, y más adentro…
Madrid, el mismo día. Camino hasta mi clase y abro la puerta. Sin “peques”, la clase está muerta… Espero. Pronto entrarán mis niños madrileños mirándome exactamente como las de Kiev en la foto, y una interrogación esperanzada, sonriente y callada flotará en el ambiente. No hablarán. Pero me recordarán cuánto esperan de mí, y yo percibiré esa esperanza suya…, y quizá reconozca
Niños. Genios aún por expresarse. Potencialidad o capacidad de ser. Dinamismo incontrolable nacido de una confianza innata y ciega. Y yo, que aún siendo vieja, por momentos soy tan niña como ellos, olvidaré el currículo oficial para ser uno más del grupo, para que inventemos juntos, para escucharles, aplaudirles, proponer mil juegos y asombrarme ante ellos como ellos se asombran ante la vida. Niños, niñas…, mucho más que una promesa viva; un río que emerge cual manantial de la madre, buscando su océano para evaporarse desde allí en nube… y llover de nuevo.
Niños y niñas de Kiev, y del Mundo…, espacio que contiene a todos los lugares como si de un patio de recreo, un solo colegio y un único idioma se tratara; donde habita la “infancia” que engloba a todos los niños.
Sí, la infancia. Que no es un periodo de la vida ni una etapa del desarrollo humano que tenga un cierto recorrido y un final en forma de adolescencia, sino un estado del alma perpetuo; una cualidad de la Vida hecha de voluntad y de confianza inafectada por el tiempo, siempre presente y activa como en “estado de comienzo”, como un “impulso iniciador” permanente que hace del concepto “infancia” algo así como un eterno “primer día de la vida, y de todo”, confiado y feliz. Como una semilla que contiene el futuro y la realidad posibles, vivos.
A partir de ellos, acabará configurándose un adulto, que suena a “adulterado”. A ser otra realidad humana distinta al niño: temeroso, egoísta y desconfiado… Pero es bueno recordar que detrás de ese disfraz, sigue vivo el niño que fuimos o el que queríamos ser, con su confianza intacta y dispuesto a empezar.
Hoy puede ser el inicio de Curso, de una vida y de un Mundo nuevos…, aún si ya soy (o eres) mayor.
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