Un innovador estudio realizado en Costa Rica ilustra la mejora de eficiencia por la colaboración entre estas especies. «Con ellas, dos más dos es más que cuatro», concluye.
Uno de los secretos para lograr un gran café es que las abejas y las aves cooperen para proteger sus granos y polinizar sus flores. Un nuevo estudio ha usado un innovador método para comprobar qué pasa cuando en las cosechas falla una de estas dos ayudas que la propia naturaleza proporciona. Sus conclusiones son importantes en un doble sentido, ya que enseñan una lección sobre este importante cultivo, y otra sobre los complejos mecanismos que operan en un ecosistema, donde el todo es siempre más que la suma de sus partes.
El mundo empresarial se une para conseguir frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Los granos de café son más grandes y abundantes, y el beneficio para sus cultivadores mayor, cuando el control de plagas de realizan las aves y la labor de polinización de las abejas van de la mano. De hecho, el beneficio de ambos servicios supera al de la suma individual de ambos, según ha mostrado el nuevo estudio, que ha realizado experimentos sobre cultivos reales en 35 granjas de Costa Rica, cuyo café está considerado uno de los mejores del mundo. La investigación se ha publicado este lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
A nivel global, las exportaciones de café superan los 24.000 millones de dólares al año, lo que convierte a sus granos en «uno de los cultivos más importantes en las regiones tropicales». Además, según resalta el estudio, contribuye a «la conservación de la biodiversidad y los vínculos culturales», además de ayudar a mantener el medio rural, ya que los pequeños granjeros son responsables del 70% de los cultivos mundiales. Entre 2002 y 2012, su consumo global se duplicó, culminando una tendencia que venía en aumento desde hace medio siglo.
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