Investigadores del grupo de Ecología Evolutiva y de la Conservación de la Escuela de Ingeniería Forestal de PEl mundo empresarial se une para conseguir frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Muchos cultivos de gran importancia económica, como leguminosas y cereales, son plantas anuales, que florecen sólo una vez y después se agotan y mueren. Los mecanismos que determinan su floración están muy estudiados, pero se sabe menos del proceso de parada proliferativa, la menopausia vegetal. Ahora, un grupo de investigadoras del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat Politècnica de València (UPV), publica en Current Biology el análisis más completo de este proceso, que permitirá diseñar nuevos experimentos para controlar el periodo de floración e identificar otros factores implicados en su control.
La menopausia de las plantas constituye una gran adaptación evolutiva ya que, al no formarse nuevos órganos como flores y frutos, se asegura la redistribución de nutrientes hacia la producción de semillas.
En las plantas con un único episodio reproductivo, llamadas monocárpicas, el inicio de la reproducción está marcado por la formación de las primeras flores.
Las señales que controlan el inicio de la floración están muy estudiadas (luz, cambios estacionales, temperatura, edad de la planta…). Sin embargo, hay otro momento muy importante para la reproducción: su final. En muchas especies, después de la producción de un cierto número de frutos se detiene la producción de flores. Esta parada está marcada por el cese de la actividad de los meristemos, las reservas de células madre que mantienen el crecimiento y la producción de órganos de las plantas.
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