Un estudio concluye que el lugar donde pasamos nuestra infancia influye en nuestras habilidades espaciales. España es el país donde menos se aprecian estas diferencias entre áreas rurales y ciudades
Las calles, callejones, senderos y parques de nuestra infancia son el escenario donde se crean muchos recuerdos, pero también dejan otra huella insospechada en el cerebro. Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que el lugar donde las personas crecen influye en su sentido de la orientación en la edad adulta. De esta forma, los que han pasado sus primeros años en zonas rurales o suburbanas, con caminos sinuosos y un urbanismo desordenado, se orientan mejor que los que lo han hecho en ciudades, especialmente si sus manzanas son rectangulares. El estudio aparece publicado en la revista ‘Nature’.
Los científicos de la Universidad Claude Bernard de Lyon, la de East Anglia (UEA) y el University College de Londres utilizaron datos de 400.000 personas de 38 países que jugaron al videojuego ‘ Sea Hero Quest’, diseñado para la investigación del alzhéimer.
El lugar donde las personas crecen influye en su sentido de la orientación en la edad adulta.
Los investigadores se dieron cuenta de que el lugar donde crecieron los participantes influía de forma notable en su desempeño en el juego. Las personas que pasaron su infancia en el campo destacaron por su sentido de la orientación en comparación con las que lo hicieron en las ciudades. El alcance de esta diferencia varía de un país a otro: muy fuerte en Canadá, Estados Unidos, Argentina y Arabia Saudita, mucho menos en Austria, Francia, India y Vietnam. Curiosamente, «España es el país del mundo donde el impacto de las ciudades en las personas es más pequeño. No hay diferencia», asegura a este periódico Hugo Spiers, del UCL. El equipo analizó las diez ciudades más grandes en nuestro país.
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